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Colaboración especial de Carlos Sánchez


--Partiendo de la premisa de tu propuesta en La fiebre del oso polar, ¿no sé si en un momento hayas reflexionado sobre cómo hacer para derribar esas paredes que hemos ido construyendo?


--Para poner en contexto a la gente que nos escucha o que nos lee, La fiebre del oso polar es una reflexión personal alrededor de varias capas. Tiene muchas capas el tema. La primera tiene que ver con - esto es una comisión por parte del Cervantino- donde a mí me dicen: “¿tienes algún espectáculo muy personal que tiene qué ver con los dones de la naturaleza?” Yo personalmente ya tenía una inquietud de disfrazarme de oso desde niñito y nunca lo había logrado en ninguna obra. Entonces dije: es un gran pretexto. Y empecé a reflexionar justamente sobre  las diferencias entre los seres humanos, el reino vegetal, el reino animal.
Empecé a investigar y me di cuenta de que las similitudes genéticas son enormes y las formas que adquirimos, la forma que hay entre una hoja de lechuga y un anca de rana y la mano de un humano, morfológicamente no es tan distinto, es más parecido a lo que creemos y el nivel de porcentaje de ADN también; te sorprenderías, es tremendo. ¿Cómo derribar estas paredes a partir de estas diferencias? Creo que tiene muchas capas esta pregunta también, y creo que tiene qué ver la primera con pensar y analizar ¿qué somos y quienes somos?, de qué estamos hechos y de qué está hecho lo otro. Hay una capacidad, la obra también habla de eso que tiene qué ver con el raciocinio, y bien utilizada o utilizada adecuadamente o dónde debe ser utilizada. Resulta fascinante porque  encontramos que vamos a encontrar los vínculos con lo otro o con los otros y creo que es un momento histórico en el que es importante hacerlo a partir de no solo las problemáticas ecológicas o de catástrofes climatológicas, sino también a partir de lo social y lo político que está ocurriendo.


--Me parece muy interesante tu propuesta y coincido con ella, en cuanto hay que reflexionar y hacer un alto, pero mi pregunta sería esta, partiendo de cómo en esta vorágine política de los ambiciosos que están en el poder, que vemos que la educación cada vez desciende más de nivel, entonces ¿cómo le vamos hacer porque de pronto nos encontramos solos?


--Abres un tema que tiene qué ver ya fuera de la obra, pero que sí tiene qué ver con la producción de arte y con el derecho a la educación y a la cultura, creo que se nos olvida que no es algo que un artista o un intelectual esté reclamando aisladamente, creo que todo ciudadano debe darse por enterado que el derecho a la cultura y al arte es fundamental en el desarrollo humano y que además no es algo privativo de México. Esto está escrito en las distintas constituciones de todos los países, son decretos mundiales, donde claro tenemos una sensación de ser indignos a la cultura, entonces no nos indignamos cuando hay un recorte presupuestal y es importante indignarse porque entonces somos como un oso polar en extinción, nos quieren extinguir, ¿cómo lo vamos a evitar?, a través de la creatividad y de exigir que las reglas se cumplan, que los contratos hablados se cumplan, que los acuerdos se cumplan dando nuestro mayor esfuerzo y erradicando la mediocridad en todas las capas de la cultura, que tiene que ver desde los funcionarios, productores, asistentes, actores, bailarines, asesores, desde el que abre la puerta del salón.

 

--Hablas del don de la naturaleza, ¿bailar es un don?


--Sí hay quien lo ve como un don y se abre la pregunta del virtuosismo. Creo que hay gente que nace apta para cantar, para bailar, para actuar, para pintar, que tiene las condiciones neuromusculares perfectas para ciertas disciplinas y eso está muy bien, me parece que está increíble. Ahora si tu pregunta tiene otra capa que tiene qué ver con que bailar puede hacerlo todo el mundo, claro que sí, todo el  mundo puede, si quiere, bailar, y tendría qué, y creo que también el reconocer los limites de hasta dónde, cuándo, qué es lo bello, qué no es lo bello, pues lo decide cada sociedad y lo decide al final cada persona. Lo que sí creo es que la danza escénica exige ciertas leyes dramáticas de comportamiento expresivo donde dependiendo de las características que tenga resulta interesante para el espectador o no interesante y aburrido para el espectador.


-- ¿Qué experimentas cuando estás dentro de ese oso polar, tú en tu soledad, tú contigo mismo, qué sensaciones te llegan?


--También esta pregunta tiene muchas capas, el meterme adentro de este vestuario implica un entrenamiento previo para poder estar tanto tiempo, adentro de ese vestuario por las condiciones de calor, de oxígeno, eso primero en cuanto a lo técnico y performantivo, y hay otra capa que tiene qué ver con estar adentro y ya entramos como al terreno de lo que dice la obra, porque la obra habla de la escena del teatro, de la performatividad, habla de la naturaleza, por qué hay adentro un tipo con botarga y eso es el peor trabajo que puede tener un actor:  trabajar de botarguero y también tiene esa capa el espectáculo, adentro hay un tipo con una botarga y además es un animal y es un oso polar que es una especie en extinción y pues experimenta muchísimas cosas, también hay como toda una dramaturgia de qué hago con el oso, una dramaturgia actoral de comportamiento, que hago adentro de este disfraz e implica un trabajo de uso de máscara, de uso de disfraz también, del uso de vestuario y me gusta pensarlo como que estoy adentro de una escenografía móvil que también cuenta porque es tan grande que me permite pensarlo así y muchos teóricos del teatro piensan del vestuario eso: el vestuario tiene que ser como una gran escenografía portátil. Y bueno, experimentar, también la obra va sucediendo de tal suerte que nos va dando ciertos mensajes o señales de que hay vínculos entre todos seres humanos y seres animales.